Ajuste de cuentas II

II.-

Sabemos y hemos comprobado que la posmodernidad echó por tierra los grandes relatos, vale decir aquellos que sostenían y daban esperanzas al hombre, a la sociedad y a sus instituciones, dejando un vacío enorme. El relato cristiano, el relato cartesiano, el relato socialista y el relato científico se proyectaron durante siglos como la solución final de todos los problemas del hombre. La carencia de dichos relatos ha traído como consecuencia la aparición de los llamados pequeños relatos que han terminado por fracturar la sociedad y sus instituciones. Es decir, pareciera que se ha vuelto al principio de la creación de la sociedad humana, cuando no había leyes ni creencias para regir y regular a las masas.

La desaparición de los grandes relatos ha fracturado esa masa que ayer se movía en bloques compactos, más fácil de gobernar y dirigir, gracias a la creencia de un bien común, bien haya sido religioso, científico, racional o político. Hoy la humanidad se maneja en pequeños grupos, imposibilitados de manejar de manera global, con o sin democracia. Es decir, no hay unidad, sino una dispersión tal que hace muy difícil gobernar, lo mismo que al principio de la historia, cuando los hombres y los pueblos se mataban unos a otros sin dios ni ley.

Hasta hace poco la gente se movía en trenes, hoy día los individuos se mueven en automóviles. Este símil es un buen ejemplo de lo que está pasando. Ahora cada uno corre por su cuenta, sin una dirección común. Día a día surgen nuevos pequeños relatos produciendo mayor dispersión y por tanto mayor desorden. Los gobiernos, liderados por minorías, generan leyes especiales para favorecer sus  principios, sin consideración alguna de los otros , de las masas, de aquellos que no tienen poder alguno.

Los desbordes sociales acaecidos en todos los países del globo en las últimas décadas, son la mejor muestra de esta nueva realidad, del caos al que ha llegado o vuelto la sociedad. Ahora nadie se pone de acuerdo, y esa es la cuestión fundamental. Los pequeños relatos son aún más intransigentes que los grandes relatos, y se mueven o manejan dentro de un esquema revolucionario, rayano al terrorismo para alcanzar el poder.

Si ayer los grandes relatos conseguían en algún momento la unidad relativa, democrática, hoy eso es imposible. Los acuerdos son cosas del pasado, hoy día se imponen los desacuerdos. Se ha probado que arrastran más votos a la hora de ir a las urnas.

Una sociedad dividida no avanza, por el contrario, retrocede o bien se paraliza, como está ocurriendo hoy en nuestro país. Si ayer el país crecía, hoy día decrece de manera irremediable.

 

 

Miguel de Loyola – Santiago de Chile – Mayo del 2024

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